jueves, 7 de agosto de 2014

"La Era de Acuario, conocida tambien como: La Era de la Luz o, de Dios."

Primera Parte.

La complejidad del ser humano es de tal magnitud, que el pensamiento humano no ha alcanzado a descifrar los motivos totales de la esencia de la vida. Los interrogantes se ha ido sucediendo generación tras generación a lo largo de la historia de la humanidad. Hallando respuestas y aproximaciones al gran misterio que supone la vida, pero gran parte de las incógnitas aún permanecen.
 El deseo innato del ser humano en descubrir o descifrar el porqué de la vida y de sus sucesos, viene dado por la necesidad de una vida mejor (calidad de vida y plenitud en todo el desarrollo).
 Las carencias, han supuesto el reto, para indagar en las profundidades del misterio de la vida y toda su complejidad física y esencial.

 Todo ser humano está sometido a un desequilibrio que pretende equilibrar. La satisfacción y la plenitud siempre han sido la meta en el pensamiento humano. Cualquier tipo de relación ha ido enfocada hacia esta necesidad.
 Las relaciones de pareja, de trabajo, de amistades, clanes de todo tipo. La necesidad de crear los gobiernos, las religiones, asociaciones de todo tipo. El ser humano siempre ha buscado la mejora de la vida en todas sus facetas. 

La evolución, marca un sentido hacia está necesidad. A mayor evolución, mayor consciencia de la vida, y con ella, mayor libertad de decisión.

Durante milenios el ser humano ha sido separado de su divinidad. Buscando esta a través de las multipes religiones y filosofías, caminos encauzados ha encontrar esa unión primera de la que el ser humano fue separada.

La separación, la desunión del ser humano y su divinidad innata dentro de él, ha creado divisiones internas, alterand gravemente la mente humana.

Lo que en un principio era "Todo Amor", esencia primera de toda criatura nacida, queda delegado a experiencias de vida, cuyo resultados originan en su división: el  odio, el rencor, la frustración,  envidias, orgullos desmedidos, necesidad de poder, pobreza interior en la creencia de ser inferior al resto del TODO.

Esta división, no ha sido fruto de la casualidad, o un error en a naturaleza humana, dejando al ser humano un ser incompleto en cuanto a sus funciones de "SER", de ser un SER grande y maravilloso dotado de toda divinidad.

Esta división se genera en los principios de la eternidad, única realidad existente del espíritu humano, y cuando este espíritu, desea concocerse a sí mismo en su totalidad....no sólo conocerse a sí mismo, sino tener la consciencia del Todo, la totalidad de su divinidad. Ser consciente de la consciencia divina.

Vivir y ser consciente de la vida, son dos realidades diferentes. La vida se da, por el acto de nacer y vivir. Pero este acto puede ser completamente inconsciente y la vida del ser humano se asemeja a una maquina, cuyos pensamientos provienen del exterior y el sólo los acata. Vive según las referencias establecidas por las ideas existentes de vida, dadas estas, por los dirigentes que gobiernan los paises, que gobiernan las almas en sus facetas de religiones o filosofías. Por el clan familiar, y el resto de clanes que suman a la mente del ser humano, como han de ser, sentir, pensar y actuar.

La falta de la libertad del ser humano en mostrarse en su propio espiritu divino, con todas las capacidades existentes, deja al ser humano en un estado de mente alterada. Los miedos y la supervivencia son la prioridad, delegando la consciencia de vida en segundo grado o en ninguno.


La Era de Acuario, o la Era de la Luz, tambien conocida como la Era de Dios, es el despertar de este letargo que lleva milenios sumiendo al ser humano en una división que ya no le corresponde, dado que ha crecido en su alma reencarnación, tras reencarnación. Llevando a término partes parciales de su unidad,   con  su divinidad. Y, esta Era de Dios, marca la unidad completa de la realidad del ser humano. Ser uno mismo con su divinidad, ser uno mismo con el Todo, ser la totalidad existente desde la consciencia de vida, que no puede separarse o dividirse de la divinidad interna que cada uno posee.





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